Dominicana 3, Puerto Rico 0:Quisqueyanos conquistaron el mundo
San Francisco.- República Dominicana no regaló nada a sus rivales y menos a su eterno rival Puerto Rico, a quienes vencieron por blanqueada (3 a 0) en la final del Clásico Mundial de Beisbol 2013, para convertirse en los primeros monarcas invictos del evento y en el primer seleccionado diferente a Japón que se lleva el trofeo a casa.
Para los dominicanos es el logro colectivo más importante del deporte de ese país. Una nación que respira y vive el beisbol. Que ha hecho de la pelota una religión. Esa chapa de favoritos la pudieron mantener y el hecho de tener varias bajas, no los amilanó. Todo lo contrario, los ausentes no se perdonarán haberse perdido la hazaña.
La primera potencia extranjera en las Grandes Ligas cumplió con las expectativas. Mientras que Venezuela fue la decepción.
En una escena que quedará enmarcada en la historia de la pelota, los puertorriqueños salieron al diamante a abrazarse con sus hermanos dominicanos.
Samuel Deduno, un brazo sin experiencia en Grandes Ligas, lanzó 5 entradas en blanco y le entregó el destino del choque a un bullpen que extendió la cadena de innings sin anotaciones a 26.2.
El pitcheo de Santo Domingo le propinó 23 ceros de manera consecutiva a los boricuas. La racha comenzó en la quinta entrada del primer duelo de los 3 que protagonizaron. Además, culminaron el campeonato con apenas dos carreras en los últimos 44 innings.
Fernando Rodney salió para la novena y sacó los 3 outs más importantes del beisbol dominicano. El derecho sacó su flecha y rescató su séptimo juego.
Batazos de frente, swings a lanzamientos fuera de la zona y comprar en situaciones de apremio para el lanzador, fueron argumentos que fortalecieron al pitcheo merenguero.
Boricuas y quisqueyanos, acostumbrados a desafiarse en torneos regionales, principalmente la Serie del Caribe, jugaron en un lugar ajeno a Santo Domingo o San Juan, u otra ciudad de cualquiera de las dos islas, lo hicieron en el oeste norteamericano. Con baja temperatura y una llovizna persistente.
En la primera mitad del compromiso, no hubo prácticamente equivocaciones. Pero si un par de decisiones de Tony Peña que influyeron.
Tras doblete de José Reyes en la baja del primer capítulo, Erick Aybar recibió la orden de sacrificarse y lo hizo. Movió al corredor hasta la antesala y de inmediato la respuesta de Edwin Rodríguez, fue bolear al mejor bateador del torneo: Robinson Canó.
En principio, el movimiento funcionó. Alvarado abanicó a Hanley Ramírez y se quedó a un out de salir ileso. Sin embargo, Edwin Encarnación soltó biangular productor de 2 anotaciones.
La reacción nunca llegó, aunque hubo varios intentos. Los puertorriqueños, sencillamente no dieron el batazo. Al punto de batear de 16-0 con hombres en bases y de 10-0 con gente en posición de anotar. Sin dejar a un lado, que embazaron al primer bateador entre el cuarto y el noveno acto.
Cerrando el quinto, Aybar dio doble que engomó a Alejandro De Aza. Fue la única rayita que permitió el relevo de la Isla del Encanto. En ese inning Deduno recibió un voto de confianza de Peña y terminó dominando a Jesús Feliciano con 2 en bases.
Canó el MVP
El intermedista Robinson Canó se alzó con el galardón al “Jugador Más Valioso”. El bateador zurdo estableció una marca de 15 cohetes (32 visitas al home) en un Clásico. Anotó cinco y fletó seis, con cuatro dobles y dos vuelacercas.
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