Kid Gavilàn fue un peleador tremendo
Horacio Pagani
Eran tiempos gloriosos aquellos de la patria de la infancia. Y parecían calmos los días de la Argenina rica de los comienzos de los años cincuenta. El Luna Park era una fiesta de cada sábado a la noche, un símbolo de una Buenos Aires feliz. El boxeo, una cita de emociones encendidas, de figuras rutilantes, de polémicas interminables. Juan Perón quería mostrar el esplendor del deporte como síntoma de su gobierno próspero. Aunque Evita ya hubiera transitado entonces desde la penosa agonía a la muerte irremediable. Fue cuando los visitantes ilustres podían identificarse como campeones mundiales. Pero campeones cuando sólo regía un organismo internacional, cuando apenas se distribuian ocho categorías. Ocho campeones mundiales. Campeones verdaderos. Y vinieron desde los Estados Unidos. Llegó Archie Moore, una leyenda de los medio pesados. Y Sandy Saddler, aquel que lo dejó a Alfredo Prada, el campeón argentino de los plumas, el histórico rival del Mono Gatica, colgado de las cuerdas,cara a cara con el propio Perón. Y vino, en 1952, un cubano, morocho, estilizado, engominado su pelo mota, campeón mundial de los welters (los medio medianos). Kid Gavilán era el nombre de batalla de Gerardo González Hernández, natural de Camaguey, Cuba, nacido el 6 de enero de 1926. Había ganado el título, vacante, el 18 de mayo de 1951 tras vencer a Jonnhy Bratton en Nueva York.
Y aquella primera historia, mágica, se desarrolló durante poco menos de un mes, entre el 16 de agosto y el 13 de setiembre. Tres rivales argentinos, más grandes que él, figuras locales, fueron las pruebas de suficiencia.Estilista, elegante, bailarín. Cuenta la leyenda que Mario Díaz, le respetó los pergaminos. Y que Gavilán lo perdonó con una victoria por puntos. Que Rafael Merentino, el fuerte noqueador de los hermanos Porzio, quiso sacarlo y que el cubano, tras propinarle una paliza, lo noqueó en el noveno. Con el Zurdo Eduardo Lausse, el más trascendentes de losautóctonos, también el choque fue amistoso pero Gavilán ganó con nitidez. El famoso bolo punch (un golpe heterodoxo, largo que empezaba como un ventilador y llegaba al plexo) ya tenía marca registrada. Años después lo copiaría Sugar Ray Leonard.
Kid Gavilán volvió a los Estados Unidos y en la octava defensa perdió la corona ante Johnny Saxton, en 1954. Pero retornó a Buenos Aires y en 1955 le quitó el invicto a Cirilo Gil, el formidable mendocino, campeón de los welters. Y, al fin, perdió la revancha con el Zurdo Lausse. Aquella victoria la celebró el Luna como si se hubiese tratado de un título mundial. Pero el cubano ya no era el mismo. Un año antes, con una mano lesionada, había caído ante Carl Bobo Olson en su intento por conseguir el título de los medianos, en Chicago.
El ciclo del gran campeón fue decreciendo hasta su retiro en 1958, tras 15 años. Había realizado 143 peleas de las que ganó 107 (sólo 28 por nocaut), empató seis y perdió 30. Algunas de sus derrotas fueronmemorables, como las dos ante el legendario Sugar Ray Robinson. El mismo Robinson reconoció que la segunda la había perdido. Y Muhammad Alí, cuando todavía era Cassisus Clay, aprendió de él los primeros secretos de la sincronización de brazos y piernas que lo hicieron famoso, en un gimnasio de Miami.
Los últimos años de Gerardo González fueron penosos. Una creciente ceguera le anuló la visión del ojo derecho. Su diferencia ideológica con Fidel Castro lo obligó a a dejar Cuba y viajar como refugiado a Miami, en 1968. Y allí pasó los últimos años de su vida con su hija Dimitris y su nieta Gianna. Casi ciego y afectado por el Parkinson y el Ahlzeimer, empezó revivir sus recuerdos entrecortados, como una gloria ajena. Lejos de aquel esplendor del Buenos Aires de los cincuenta que lo había honrado como ídolo. Murió, por una crisis cardíaca, a los 77 años.
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