¡Miguel Canto brillo en época exuberante!
Por Chon Romero, romero@notifight.com
MIGUEL CANTO «EL PEQUEÑO MAESTRO DEL RING» FUE VOLUMINOSO EN ÉPOCA EN QUE LAS DIVISIONES PEQUEÑAS SIGNIFICABAN MÁS EN LOS PROMOTORES QUE LA DE LOS PESOS PESADOS
Hizo catorce defensas del monarcado de los pesos mosca en época que exigía los quince asaltos y sin tener golpes de definición. Diecisiete de dieciocho combates campeoniles se extendieron al pacto máximo, lo que comprobó su débil «punch», como también, magnífica resistencia poco común en el boxeo organizado, respaldado por técnica depurada y voluntad de acero que lo hizo exitoso
Shoiji Oguma, llegó a este mundo el 22 de julio de 1951 en Koriyama, Japón. De aficionado no se tiene registro, como pasó con la gran mayoría de los púgiles en las décadas de los sesenta en Japón. Se inició en el boxeo pagado el 26 de diciembre de 1970 combatiendo contra Kenji Yoshida, a quien despachó en el primer asalto. Su primera derrota profesional la sufrió en su sexto combate contra Toshio Tabata, el 19 de agosto de 1971. El 19 de mayo de 1974 se enfrentó al venezolano Betulio González en pelea a diez asaltos y perdió por decisión. Al renunciar la corona de los pesos mosca Venice Borkhorsor, el Consejo Mundial de Boxeo (CMB), lo reemplazó midiendo a los dos mejores clasificados, que eran el venezolano Betulio González y el mexicano Miguel Canto, que se enfrentaron en Caracas, Venezuela, el 4 de agosto de 1973 y resultó victorioso Betulio González. El 20 de julio de 1974 defendió por segunda vez el venezolano su monarcado contra Shoji Oguma, para perder el título de los pesos mosca versión CMB, por decisión en quince capítulos, en Tokío, Japón. Fue entonces que el japonés Shoji Oguma, estuvo obligado a exponer el cetro de las 112 libras en el período de tres meses contra el mexicano que ocupaba la primera posición en las listas oficiales del CMB.
La heroicidad de Miguel Canto: con pericia convirtió el rudo arte de boxear, en espectáculos para exhibirlo en salones y museos.
Miguel Canto, nació el 30 de enero de 1948 en Mérida, Yucatán, México. Como la gran mayoría de los boxeadores mexicanos de aquella época, nada oficial se sabe de su desempeño de aficionado. Invadió el boxeo profesional el 5 de febrero de 1969 perdiendo por nocaut contra Raúl «Conejo» Hernández, en tres capítulos.
El 22 de enero de 1972 derrotó a Rocky García en doce asaltos, para capturar el cetro de los pesos mosca de México, que expuso en tres oportunidades, para hacer una pausa y discutir la corona mundial de los pesos mosca contra Betulio González el 4 de agosto de 1973 en Maracaibo, Venezuela, y perder por decisión en quince asaltos.
Después defendió en dos oportunidades más el cetro de los pesos mosca de México, para volver a encabezar la lista oficial de las clasificaciones del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) y exigir combate campeonil contra Shoji Oguma.
La reyerta campeonil del campeón Shoji Oguma y el primer retador Miguel Canto, se acordó para el 8 de junio de 1975 en Sendai, Japón.
El retador Miguel Canto, venía de perder en 1973 contra Betulio González, disputando la corona de los pesos mosca del Consejo Mundial de Boxeo. Igualmente llegaba de campaña de seis victorias, dos de ellas defendiendo el cetro de los pesos mosca de México y además con registro de 39 triunfos, 4 reveses, 2 empate con 13 nocauts.
El campeón del mundo de las 112 libras, Shoji Oguma, también llegaba de período exigente en la que había ganado ocho de nueve combates, perdiendo contra Betulio González en diez asaltos y posteriormente lo superó disputando el título mundial de los pesos mosca. Llegó al combate con palmarés de 21 triunfos y 2 derrotas con 10 nocauts.
Como caso inusual, anteriormente en el boxeo, ambos subieron al cuadrilátero con pantaloncillo negro, botas negras y medias blancas, con la diferencia, que el campeón tenía anuncio en japonés en letras blancas. El árbitro del combate fue Enrique Jiménez, que sin tantos protocolos, les hizo saber sus deberes en la pendencia campeonil y los dirigió a sus esquinas a esperar el inicio del combate.
El primer llamado al centro del entarimado de cuerdas, ambos entendieron que la rivalidad sería larga a quince asaltos, por no ser ninguno de los dos pegadores, más bien de «punch» débil, que lo comprobaba su expediente profesional. El retador Miguel Canto, con mote de «El Pequeño Maestro», por su fino boxeo, que aplicó desde el primer asalto, sembrando duros derechazos y recibiendo candela de su retador que siempre fue más agresivo, pero igualmente sin el poder para remarcar.
La refriega cobró atención de los asistente cuando ambos cortados, se entregaron a sacar y a relucir profesionalismo para dominar el combate, donde las destrezas y fina calidad de boxeo del mexicano, llamaba la atención de los asistentes y la pujanza y estabilidad horizontal franca del japonés en ocasiones ponían de pie a la concurrencia, que en japonés o cualquiera otro idioma se entendía en el rostro de los presentes la satisfacción del espectáculo boxístico.
El árbitro no tuvo que trabajar tanto, voluntariamente se separaban y metódicamente se acoplaban entre episodios edificando su empresa y ofreciéndoles lo mejor de su repertorio pugilístico a los fanáticos presentes.
En la primera mitad del combate campeonil las oposiciones fueron muy parejas debido a la magnitud de la competencia, la resistencia comprobada de ambos púgiles, se entregaron a respuestas y contestaciones de golpes combinados a paridad, en desplazamiento de armonía y seguridad profesional.
Las coordinaciones de extremidades de Miguel Canto y la aplicación a su estilo técnico, hizo competencia real con estilo en contra de fogosidad y prontitud del japonés Shoji Oguma.
Los primeros ocho capítulos se vivieron a gritos y ademanes japoneses, disfrutando de boxeo supremo y dos exponentes que, entendían que en esta categoría su rivalidad sería múltiple, por pareja, competente y recia. Las brillantes combinaciones de Canto en los ocho primeros episodios, fueron contestadas con la impetuosidad de Oguma, que fue más ágil que el mexicano y presentaron similitud de coraje.
La segunda mitad del combate se tornó encarnizado, el rostro de ambos teñido de rojo, pero con la voluntad suelta castigándose de campana a campana con inteligencia y método profesional por un lado elegante que fue el estilo del mexicano Miguel Canto y por el otro de carácter, belicoso y pundonoroso del campeón del mundo Shoji Oguma, que deseaba a toda costa retener en frente de su pueblo la corona mundial que ostentaba.
Ya para el décimo episodio la diferencia comenzó a notarse en la resistencia que era factor predominante para el triunfo. Primero por la falta de «punch» de ambos y segundo que el combate pese a las heridas sufridas por ambos púgiles, se presagiaba terminara por decisión.
El boxeo técnico depurado de Miguel Canto y su dominio de caminar el cuadrilátero, le facilitó sacar cómoda ventaja combatiendo en Japón, donde en aquellos tiempos para ganar había que vencer muy convincentemente a los púgiles japoneses.
En el último asalto que fue lógicamente el decimoquinto, ambos se golpearon de campana a campana y las combinaciones nítidas y constantes del mexicano, superaron la bravura y entrega de palmo a palmo del japonés, que cedió la corona de los pesos moscas en fiera batalla, que no desanimó a los japoneses, que después de escuchar la decisión a favor del mexicano, de inmediato surgieron ofrecimiento para combate de desquite.
Posteriormente, el campeón Miguel «El Pequeño Maestro» Canto, defendió exitosamente diez veces la corona de las 112 libras, en tres años de 1975 a 1977 antes de ofrecerle el desquite al bravo japonés Shiji Oguma, con quien se midió dos veces más el 4 de enero de 1978 en Koriyama, Japón, y el 18 de abril del mismo año en Tokío, Japón y en ambos combates volvió a vencerlo en dura rivalidad, para ganar el ciclo de tres peleas que hicieron vibrar a los japoneses, deleitándose de boxeo de alta escuela.
Miguel Canto combatió cuarenta y cinco asaltos contra el difícil japonés Shoji Oguma, para certificar su calidad de campeón y más en Oriente, donde es rica en oponentes las tres categorías más baja en peso del boxeo, que son la división paja o minimosca de 105 libras, mosca júnior 108 libras y mosca de 112 libras.
Miguel Canto fue uno de los grandes monarcas de los pesos mosca, imponiéndose a gama de campeones que entre tantos podemos mencionar a: Shoji Oguma, Susumu Hanagata, Martín Vargas, Antonio Avelar, Guadalupe Madera, Betulio González y Chan-Hee Park.
Su respeto profesional creció al imponerse en dos de tres combates al venezolano Betulio González, que fue otro espectáculo de calidad probada en los tinglados. González, dividió honores en tres combates campeoniles contra Shoji Oguma de victoria por bando y un empate, es considerado otro titán de los pesos mosca.
Miguel Canto certificó su calidad en época de rica rivalidad en la división de los pesos mosca y terminó con registro de 75 combates. Ganó 62, con 9 derrotas, 4 empate y 15 nocaut. Después del retiro de esta generación, surgió el declive de la división de los pesos mosca del boxeo profesional.
Postdata- El caso de Miguel Canto e Iván Calderón es parecido en poder ofensivo sin «punch» y defensivo quitándose golpes, sólo que el mexicano Canto se desempeñó en una época exuberante de las divisiones pequeñas, que se le debe nombrar también la “Época de Oro” de la categoría de los pesos mosca y en el presente todas las divisiones del pugilismo están en cataclismo.
…¡Incorporemos al Boxeo!… El autor es Editor de la Revista Guantes y analista boxístico de HBO en Español. Además, crítico, defensor, narrador de más de mil combates campeoniles, escritor e historiador de boxeo. Fotos: Archivo de Guantes Magazine y NotiFight.com Preguntas, Comentarios, Opinión: romero@notifight.com Las Opiniones expresadas en esta nota son exclusivas del autor y en ninguna forma representan necesariamente la posición de NotiFight.com o NotiBoxeo.org
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