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BEISBOL 007

Ariel Prieto :El Gladiador Cubano

No es fácil deslumbrar a un manager que ha ganado 2,638 juegos y dos Series Mundiales.

Se necesita mucho para impresionar a Tony LaRussa, quien ha dirigido a peloteros de la talla de Rickey Henderson, Mark McGwire y Albert Pujols.

Y eso lo logró Ariel Prieto, un lanzador cubano que a mediados de los años 90 llegó a los Atléticos de Oakland con una recta cercana a las 100 millas por hora.

 

De hecho, Prieto fue el primer serpentinero en marcar 100 millas por hora cuando se instaló el velocímetro en las transmisiones de béisbol de la televisión cubana.

 

Perteneciente al equipo de la Isla de la Juventud, el derecho de 6,3 de estatura y 220 libras de peso salió de Cuba por vía legal, reclamado por su suegro, a diferencia de la mayoría de sus colegas que escaparon durante viajes a torneos en el extranjero.

Desde que debutó en las Series Nacionales, a Ariel se le vio madera de gran tirador, a pesar de no gozar del mejor control sobre sus envíos.

Pero se las arreglaba para ser un pitcher ganador en un equipo habitualmente perdedor, a pesar de lo cual era desechado una y otra vez de las selecciones nacionales.

Y es que en Cuba no basta con tener habilidades atléticas para ser tomado en cuenta para representar al país en competencias internacionales.

De hecho, en ocasiones eso es lo de menos. Hay que ser políticamente confiable y estar integrado al proceso de la Revolución.

Ariel no gozaba de la confianza de los dirigentes. Era considerado, en el mejor de los casos, inmaduro, medio alocado.

Quizás por eso tuvo por una semana en el bolsillo trasero del pantalón un cheque por 1.2 millones de dólares que le dieron los Atléticos de Oakland como bono por firmar, como si fuera un simple papel sin importancia.

Al verse marginado una y otra vez en Cuba, hizo un intento infructuoso por escapar en balsa y el 7 de abril de 1995 salió rumbo a Miami, vía Gran Caimán.

A partir de entonces, todo se volvió un torbellino para el entonces joven de 25 años.

Su agente Gus Domínguez se movió rápido en busca de presentaciones para que Prieto expusiera su talento, mientras la temporada retrasaba su inicio hasta el 25 de ese mismo mes, debido a la huelga de peloteros que obligó a cancelar parte de la campaña anterior, incluida la Serie Mundial.

 

 

 

 

Ariel Prieto Atléticos de Oakland

 

 

 

 

Cazatalentos de varios equipos lo vieron lanzar su bola rápida y al final fue Oakland el que se lo llevó en el draft amateur, siendo uno de los pocos jugadores contratados en 1995 y que ese mismo año debutaron ya en las Mayores. Los Atléticos lo prefirieron por delante de Todd Helton, aunque en la distancia ahora se vea como una decisión errónea.

El domingo 2 de julio, ante 17,415 espectadores en el Oakland Coliseum, el cubano se paró por primera vez en una lomita de Grandes Ligas y tiró dos innings en blanco, con un ponche, en función de apagafuegos ante los Angelinos de California.

Fue apenas el segundo cubano en subir a la Gran Carpa después de que el también pitcher René Arocha destapara la caja de Pandora en 1991 y abriera la brecha de las deserciones.

Pero lo que se vislumbraba como un futuro luminoso pronto se eclipsó por la sombra de las lesiones.

Primero la espalda, luego el hombro varias veces y después el codo.

A lo largo de su permanencia en Grandes Ligas, que se extendió hasta el 2001, Ariel pasó al menos cuatro veces por el salón de operaciones, limitándole su tiempo de trabajo y lacerando sus resultados.

Su marca final de 15 victorias y 24 derrotas, con efectividad de 4.85, no reflejan su calidad real como lanzador.

La gerencia de Oakland vio el afán que ponía ante cada caída para levantarse otra vez mediante dolorosas rehabilitaciones en buscar de volver. El inmaduro, el alocado, resultó ser un gladiador luchando, más que contra los bateadores rivales, contra sus propias dolencias, mientras la prensa se lo comía vivo y lo calificaba como una decepción. Y ese tesón recibió su premio, al ser incluido como parte de la organización como entrenador de pitcheo en las Ligas Menores.

Y a pesar de su fugaz paso por el mejor béisbol del mundo, Prieto se siente como el judío que escapó de la Europa antisemita y llegó a la Tierra Prometida de Israel.

Muchos otros, la mayoría, jamás llegaron a pisar un terreno de Grandes Ligas.

 


Jorge Morejón el béisbol es mucho más que un deporte para Jorge Morejón. Es su religión. Por más de 20 años se ha dedicado a esta pasión, primero en Cuba y desde 1998 en Estados Unidos. Ha sido columnista de El Nuevo Herald, Univision.com y FOX Sports en Español, así como presentador de deportes en el canal Telemundo Internacional. Consulta su archivo de columnas.

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