ESA PELOTA TIENE CANCER
Por Andrés Pascual
Los fracasos internacionales del equipo de Castro tienen muy preocupados a sus fanáticos allá y aquí.
Tres pitchers de Industriales, El Duque, Arocha y Lazaro Valle
Pedro Chávez jugó con Industriales
Cuando concluyó el segundo experimento del mal llamado Clásico de Béisbol, fracaso absoluto e indigno de que se continúe, a bombo y platillo se anunciaron dos retiros de “abuelos sempiternos del equipo castrista”: Pedro Luis Lazo y Ariel Pestano, taponero y receptor regular, fueron entrevistados, destacados y, como a un barco sin timonel, despedido desde el puerto que es ese valle de lágrimas y frustraciones mal llamado béisbol cubano.
Sin embargo, para el venidero campeonato mundial, aparecen en el entrenamiento y, una vez ahí, todo el mundo sabe que lo integrarán oficialmente.
¿Qué está ocurriendo en Cuba que no se pueden retirar dos viejos para el juego en un país que sus defensores son capaces de decir que es “un semillero de jugadores”? Sencillamente, que defienden el hoy recostados a la almohada de un ayer de más de medio siglo. En otras palabras, que en Cuba no hay peloteros; así de sencillo…
Un ejemplo: Napoleón Reyes, el segunda base regular del equipo Cuba durante dos años del período de la Edad de Oro del amateurismo, saltó en 1941; pero Mario Fajo y Leandro Pazos hicieron olvidar al oriental que jugaba para la Universidad.
Andrés Fleitas no solo era el catcher regular, sino un artillero que se desplazaba entre el tercero y el cuarto en el orden al bate de equipos Cuba, saltó en 1942; pero otros receptores ocuparon su puesto con resultados satisfactorios.
El zurdo Agapito Mayor concurrió a los Juegos Centroamericanos de 1938, cuando terminaron, cambió el uniforme del 6to. Regimiento de la Liga Interfuerzas Armadas por el color azul del glorioso alacrán, lo mismo ocurrió con Roberto Ortiz.
Entre 1938 y 1945 saltaron todos los grandes estrellas del pitcheo amateur de Cuba, el mejor del área y material de Grandes Ligas la mayoría: Adrián Zabala, Marrero, Moreno, Limonar, Consuegra, Natilla, Antonio Estrella, Isidoro León, Daniel Parra…Saltaron los shortstops, los outfielders, los intermedistas, los antesalistas…y se seguía ganando.
Hay un problema, los únicos peloteros negros que engrosaban el equipo verdaderamente cubano y de aficionados, tenían que ser de la Liga Interfuerzas Armadas y eran seleccionados cuando la DGD se encargaba de confeccionarlo; entonces los únicos jugadores sepias fueron Carlos Colás, catcher, Rafael “Villa” Cabrera, catcher y outfielder y los jugadores de cuadro Pedro “Charolito” Orta y Catalino Ramos, los tres últimos de Pinar del Rio por el Regimiento 7mo; en 1945 integró el equipo un mulato muy claro de Regla, Huevito Rodríguez y otro negro, de Ranchuelo, Pablo García.
Ningún jugador profesional de raza blanca integraba los equipos Cuba ni negro tampoco; así, ni Cocaína García ni Ramón Bragaña ni Brujo Rossell ni Silvio García ni Alejandro Crespo ni Pedro Pagés ni Claro Duany ni Héctor Rodríguez…podían soñar con integrar, por su status, un equipo nacional; tampoco Roberto Estalella ni Gilberto Torres ni Fermín Guerra ni René Monteagudo ni Tomás de la Cruz ni Salvador Hernández ni Santiaguito Ulrico ni Tony Castaño ni muchos blancos más; las estrellas del béisbol cubano profesional no podían ni soñar, en aquella época, con integrar un plantel aficionado para representar a Cuba; pero no se perdía y aún así, el “trabuco” del evento amateur era la selección cubana.
¿A qué se debía eso? Al desarrollo, a la masividad ya en la década de los 30’s que, en 1958, ponía sobre el terreno a 100,000 peloteros de todas las categorías en el país; como contrapartida, en 1985 solo 10,800 en toda Cuba y de una sola categoría ajustada: profesional de estado
El estancamiento es otra cosa; es hacer perder facultades al jugador que las tiene al someterlo a un nivel poco competitivo, en el cual no se esforzará ni hará lo posible por aprender, porque no lo necesita para brillar.
El nivel de juego adecuado a sus condiciones deben llevar a Kendry al estrellato
¿Se puede comparar la cantidad de jugadores que han decidido convertirse en profesionales últimamente con todos aquellos que, en Cuba antes de Castro, no podían representar al país por su status profesional? Entonces, ¿Por qué no pueden ganar estos?
Hay otro detalle: Pedro Ramos, Edmundo Amorós, Orlando Peña y Camilo Pascual, tres de los mejores pitchers cubanos de todos los tiempos y uno de los grandes outfielders, no jugaron amateurs, saltaron del placer o la pelota juvenil directo al profesionalismo, como Cisco Campos y Luis Tiant también.
Hoy no ganan porque ya no hay cantera, no hay de donde sacar ni cómo hacer una pelota fuerte sin la competencia ni la participación profesional paralela al estilo de antes de 1960 que, como otro elemento de grandeza y superioridad, tiene los resultados en Series del Caribe. Hoy se lleva lo mejor del país y no se puede ganar; si hubiera que rotar un día a los jugadores, ¿Qué pasaría? ¿De dónde saldrían los 20 jugadores con los que tal vez se le pudiera ganar a Sierra Leona si se le ocurriera asistir a un tercer evento?
En Cuba no hay voluntad ni interés en rescatar la fuerza y la trascendencia histórica del beisbol cubano, sencillamente, no hay como y, posiblemente, el castrocomunismo creó las bases del debilitamiento de la pelota con el fin de decepcionar al fanático para, cuando abandone el estadio en el número que ya deben tener calculado, dar por terminado ese capítulo costoso e ideológicamente peligroso contra el sistema en los tiempos que corren; lo que ya intentó en 5 oportunidades provocando las entregas de juegos por dinero de apostadores; sin embargo, un fanatismo sin otra opción de entretenimiento diurna o nocturna, se mantuvo obligado en el compromiso con el beisbol, a pesar de la corrupción del juego de tantos que nadie sabe cuántos fueron.
¿Sabrá algún bloguero, periodista o analista de nueva factura de aquí o de Cuba que en la Liga Cubana existía un club al cual una Organización de Grandes Ligas le enviaba sus jugadores jóvenes para corregirle defectos y que la opinión del dueño-manager decidía si el novato debutaba o no ese año en las Mayores? Incluso si se quedaba como miembro oficial de los Cardenales de San Luis durante la temporada; o si lo invitaban al entrenamiento, la única opinión válida era la del ex catcher cubano Miguel Angel González. ¿Conocen qué fue la Liga del Pasillo? ¿Sabrán que esa sección del estadio del Cerro, entre home y tercera, conocida como Liga del Pasillo y bautizada así por el legendario Malayo fue el factor determinante del dominio cubano de todos los torneos profesionales del área?.
No es que los blogueros o los cronistas sean castro-comunistas ni malas personas, pero algunos sitios como COCO, con una batería de oficialistas que sí son malos y comunistas, están empleando lo que dicen los exiliados en sus blogs para justificar allá; en algunos casos he leído: “tomado de publicaciones amigas”, o “hermanas”.
Lazo y Pestano. Todavía no se van
Entonces, observando el panorama actual del béisbol cubano, Lazo y Pestano no se podrán retirar sino hasta que Castro quiera; aunque si ganan este torneíto que viene ahora, montarán una fiesta más grande que la del 26 de julio; dirán que se superaron todos los problemas y los analistas, a disposición de la mentira para seguir confundiendo en medio del poco seso para ver las cosas, de un lado; o de su fanatismo por el castro-comunismo, del otro, se unirán a la celebración de plañideras en la cual las alabanzas, por exageradas, son la madre de la ridiculez. ¿Lo peor del caso? Que unos desfasados en cuanto a la historia del beisbol cubano crean, manejen y propagandicen lo que Castro y el Partido quieren que, en cuanto al béisbol, es que todo cubano allá o aquí, facturado y empaquetado por el castrismo, no solo crea que Linares y Marquetti eran mejores que Ted Williams, sino que la pelota la inventó el tirano-dictador hace 48 años. Por lo menos eso es lo que se lee entrelíneas que se pretende imponer…
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