PELEA ESPECIAL EN PESO ACORDADO
Por Andrés Pascual
Yuriorkis Gamboa va a dar un “saltito hasta México”, a Cancún, a reconectarse con el boxeo en pleito especial sin división oficial; es decir, uno más de esos que llaman “acordado”, posibles y rutinarios por la pobre vigilancia y supervisión de la condición atlética del pupilo, irresponsabilidad manifiesta casi viciosa de muchos trainers en detrimento del deporte de “las narices chatas y las orejas de coliflor” de la actualidad. La pelea será en 132 libras, a 10 asaltos y el oponente Joel Montes de Oca (18-3, 10 K'os). El 15 de noviembre en la plaza taurina de la localidad.
Pero el oriental no se quedará por ahí, sino que pretenden el regreso a superplumas, porque, quedó demostrado, para el peso ligero no tiene la estatura ni el alcance como para hacer un “comeback” sólido, a plano estelar, contra peleadores que, por lo general, lo superan en altura y en medida de las extremidades superiores, que “a la hora de los mameyes” no solo cuenta, sino decide y la experiencia amarga contra Crawford es el mejor referente posible.
Sin embargo, Gamboa abandonó las 130 libras por incomodidad con el peso más que por no encontrar la oposición de interés necesaria al bolsillo.
¿Quién es Montes de Oca? Voy a transferir la llamada a la oficina de prensa de Gamboa en el Nuevo Herald, que tampoco lo ha visto, pero como yo con él, Jorge Ebro decidió arriesgar todo en el round 12: “típico guerrero mexicano no excento de fuerza (definición dada a cualquier boxeador azteca por lo que veo), que siempre va para delante, de frente y eso es bueno para el cubano...” como lo leí lo escribí, aunque no sé qué significa ni por qué escribió “eso es bueno para el cubano”, aparentemente, al cronista no le explicaron qué significaba la frase en “blanco y negro”.
¿Favorito? El que gane un round más...y no me arriesgo a dar al mexicano, no solo porque no lo conozco ni a pesar de la inactividad y “los dolores de cabeza” de Gamboa, porque he comprobado que estas supuestas vicisitudes se resuelven contra peleadores en peor forma que como subirá el oriental, malos o medio liquidados, si el veredicto o el nocao técnico ganador evaden al antillano sería sorpresivo.
Hace pocos días se reunió un grupo de colifloristas cubanos en el gimnasio del ex campeón, el objetivo del encuentro fue proyectar en grupo “la imagen del boxeo cubano”, quiere decir positiva.
Al modo mío de verlo, Gamboa tiene problemas para cuestiones de representación de la imagen positiva del pugilismo cubano exiliado: cuando decidió boicotear una cartelera profesional de importancia por una perreta o por quién sabe qué, el peleador estableció el territorio entre lo confiable y lo desechable por irresponsable y mal aconsejado.
Verdad que vienen de una selva donde desconocen el valor de todo, donde lo vicioso campea por su respeto, pero, en aquel momento, el pugilista tenía el tiempo suficiente por acá para diferenciar que un campeonato mundial en Las Vegas no es una pelea en un Playa Girón ni en un Córdova Cardín; incluso ni en una Olimpíada, entonces optó por imponer su personalidad negativa y revanchista que embarcó el espectáculo, pero “le metió el perro en el tabaco”.
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