LOCCHE FUE ESPECIAL, POR ESO ES LEGENDARIO
Por Andrés Pascual
La condición de peleador defensivo de manera eminente tiene dos formas de apreciación: la velocidad y los pasillos laterales, “sidesteps”, para apoyar el trabajo del jab desde la larga distancia, comúnmente conocida como “desde afuera”.
Varios cubanos fueron virtuosos de ese estilo de defensa en las figuras de Luis Manuel Rodríguez, Orlando Zulueta…pero hay otro que expone más al boxeador al castigo, en que el pugilista tiene que ser un maestro para evitarlo y un artífice de la riposta para lograr conectar, esa forma de moverse es peligrosa, porque va desde la distancia adentro, “infight” a la media.
Si algún peleador es un clásico de la defensa, de los movimientos de cintura y de los reflejos y la capacidad de reacción para evitar los golpes, ese fue Nicolino Locche, El argentino Intocable.
Siempre habrá quienes pretendan imponer a Willie Pep; pero en ese estilo, dentro del radio de las bombas enemigas, nadie esquivó como Locche ni, mucho menos, lo hizo con su elegancia. Nicolino fue especial…
Ayer me entretenía observando viejos videos de sus peleas durante los 60’s y principios de los 70’s y, mientras más los observo, más clase veo en aquel campeón mundial al que algunos acusaron porque “tiraba poco”; sin analizar que el peleador de riposta tira sus golpes en la medida que el fajador lo provoque, lo que quiere decir que Nicolino Locche colocaba los que le hacían falta para ganar y, cuando no pudo, fue porque se vio superado por pugilistas mas jóvenes, que le movían de tal forma que ya no podía responder con efectividad, por su minada resistencia de fumador empedernido.
Locche fue un boxeador elegante, difícil, capaz de hacer un waving o movimiento de cintura a la altura de las rodillas del contrario; capaz de, a menos de medio metro de la artillería enemiga, no solo bajar la guardia, sino cruzar sus brazos detrás y…evadir de frente y solo con el torso los golpes del oponente.
En 1971, Locche confundió tanto a Kid Pambelé, que el colombiano no quiso saludarlo cuando oyó la decisión en su contra; pero, realmente, nunca encontró al paisano de Carlos Gardel a lo largo de 15 rounds y recibió de riposta los que necesitaban los magistrados para facturar, por la vía judicial, su derrota.
El colombiano lució ridículo, desorientado y con pérdida de distancia; desde el primer round era, que no le quepan dudas a nadie, la estampa de la frustración en el ring. Años después, el colombiano anestesió a Locche, liquidado, en pelea especial sin trascendencia.
Cuando le ganó el campeonato mundial al japonés Takechi Fiji, por nocao técnico, en 1968, Locche demostró lo que podía hacer en niveles de importancia: con un recital de boxeo en riposta apabulló a Fiji, que no pudo salir al 9no. porque, la falta de energía y moral combativa más que el castigo recibido, pesaban lo que 3 toneladas de hormigón sobre su cabeza.
Hoy, confundido el fanático por una clase nada magistral de boxeo, en la que casi todos son fajadores, muy pocos abren espacios de tiempo para disfrutar de leyendas del estilo y la defensa como Willie Pep yNicolino Locche, materiales obligados en la agenda de conocimiento sobre el pugilismo; sobre todo, en tiempos como estos.
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